Escuchar a agresores y trabajar con ellos para prevenir la violencia de género

Escuchar a agresores y trabajar con ellos para prevenir la violencia de género

Adelantarse a casos de violencia doméstica y trabajar con personas maltratadoras para reestructurar patrones de comportamiento y promover la prevención. Es la labor que la entidad Amikeco lleva a cabo desde hace años en Bilbao y Madrid.

Silvia Torralba / Redacción (13/07/2007)
Trabajar en grupo con personas que han agredido a sus parejas para que reflexionen sobre la violencia de género y desarrollen habilidades que eviten más violencia. Esa es la labor de Amikeco, una organización que nació hace veinte años en Bilbao con la idea de fomentar unas relaciones de mayor igualdad y que desde hace cuatro años se ha especializado en la prevención de la violencia de género.

El objetivo más importante de la entidad es “prevenir, adelantarse a dramáticas consecuencias como las que vemos en los medios de comunicación y trabajar con personas agresoras para que la situación no vaya a más”, explica Roberto Oslé, coordinador del grupo que en estos momentos funciona en Bilbao.

En concreto, en la ciudad vasca hay en marcha un grupo de diez hombres; muchos de ellos asisten de manera voluntaria y los integrantes del grupo pueden tener o no denuncias por malos tratos. En Madrid funcionan once grupos, uno de mujeres –entre las que hay agresoras y agresoras que son al mismo tiempo víctimas- y el resto formado por hombres. “Siempre trabajamos en grupo con las personas agresoras; la mayoría de las veces son hombres, aunque últimamente han llegado, en un porcentaje menor, demandas de mujeres que han ejercido la violencia o algún tipo de comportamiento violento”, señala Amaia Castaños, que trabaja como psicóloga en Amikeco.

Como relata Roberto Oslé, cuando un agresor llega a Amikeco se realiza una entrevista personal “para saber si la persona está o no motivada” y para descubrir si es o no un buen momento para que realice una terapia en grupo. “La mayoría llega con dudas, algunos no reconocen que tengan un problema, otros no saben si son o no personas con un comportamiento violento… varios hombres de los que tratamos han pegado de manera puntual a sus parejas, algunos llegan con denuncia pero otros sin ella”, añade Oslé.

Tras la entrevista, el siguiente paso es empezar a trabajar en grupo. Se trata, explican desde Amikeco, de que reconozcan por qué están allá, de profundizar en el significado de la violencia y de analizar las razones y los factores que les han llevado a esa situación. También se trabaja para que puedan reconocer sus emociones y las de los demás, así como para que desarrollen habilidades como la escucha y la empatía.

El proceso se extiende durante un mínimo de seis meses y puede alargarse hasta nueve meses, aunque al final siempre se realiza una valoración individual y un seguimiento de la persona durante unos dos años. “Al finalizar, algunos vuelven con su mujer, otros no, pero entendemos que no volverán a tropezar con los mismos obstáculos”, apunta Roberto Oslé.

En Madrid, en cambio, el proceso es diferente porque la entidad no trabaja con personas que llegan de manera voluntaria, sino con personas que cumplen medidas de suspensión de condena porque carecen de antecedentes penales. Esta medida se añade a otras como la orden de alejamiento.

Prevenir en lugar de penalizar

La idea base de la que parte la labor de Amikeco es que, en temas como la violencia de género, es necesario prevenir en lugar de dedicar todos los esfuerzos a penalizar. De hecho, la ciudadanía “cada vez entiende más la importancia de tratar a hombres agresores, aunque socialmente también es cierto que el tema despierta emociones encontradas”, explica Roberto Oslé.

Como Amikeco, en los últimos dos años han aparecido en España entidades y programas para trabajar con agresores. Amikeco ha identificado un total de 18 proyectos, impulsados desde asociaciones pero también desde las administraciones. El próximo año, de hecho, la entidad vasca presentará una investigación que permitirá conocer más todas estas iniciativas.

En este contexto, y de manera paralela, anima al Gobierno a apostar por la prevención en la violencia de género. “La Ley Integral contra la Violencia de Género se centra en la protección y en los últimos años también se ha reforzado la protección de las víctimas. Esto debe seguir pero no se puede excluir la prevención”, concluye Roberto Oslé, que advierte que la prevención es “un trabajo complementario a la labor con las víctimas”, que no se debe olvidar una realidad del conflicto, y que sin la prevención el esfuerzo será “incompleto”.

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