La psicología es una rama de la salud dedicada al estudio y análisis de la conducta y los procesos mentales de las personas. La psicología estudia desde cómo funcionan nuestros sentidos, hasta cómo elaboramos situaciones complejas como el duelo por un ser querido.
En una terapia el psicólogo pone a disposición del cliente o paciente todos sus recursos, todo lo que ha aprendido a lo largo de su formación y su experiencia profesional, para ayudar al cliente a resolver los problemas que plantee. A estos problemas es a lo que llamamos demanda. Puede haber demandas muy diferentes: desde me cuesta organizarme con mis tareas y siento que me abrumo, hasta tengo ataques de pánico en el transporte público que me impiden desplazarme por mi ciudad y hacen que no pueda vivir mi día a día como me gustaría.
La terapia es, ante todo, un espacio seguro, amparado por el secreto profesional, en el cual poder examinar aspectos de nuestra vida, cosas que nos gustaría mejorar, miedos, dificultades, y buscar la forma de superarlos o de aprender a vivir de forma diferente con ellos. El objetivo final de toda terapia es que la persona que acude pueda hacer las cosas que quiere hacer, vivir la vida que quiere vivir. A veces esto implica aprender a romper ciertos miedos o resolver problemas, en otras ocasiones implica aprender a convivir con ciertas cosas, cambiar el punto de vista. Pero siempre con vistas a poder sentirse a gusto con uno mismo y con lo que le rodea.
¿Y qué se hace en una terapia? Lo principal es hablar. Empezar a poner palabras y voz a los problemas que nos ocurren, las cosas que no nos gustan, para comprenderlas mejor y saber qué hacer con ellas. Pero no únicamente hablar: también se trabaja con ejercicios escritos, relajación y meditación, dibujo, música, ejercicios de teatro y rol-playing y un amplio etcétera. La formación de un psicólogo puede ser muy amplia y dependiendo de la escuela a la que pertenezca va a tener formas diferentes de abordar una misma cuestión para llegar al mismo objetivo: sentirnos mejor.
¿Y cuánto dura? Hay terapias de orientación breves destinadas a resolver los problemas en un número fijo de sesiones, sin embargo desde H-Amikeco consideramos que cada persona es única y cada proceso terapéutico también lo es. La duración de una terapia se acuerda con cada cliente y se va modificando y ajustando según se vea adecuado, siempre de forma honesta y clara.
Terapia individual
En la que acude una única persona. Suele ser la terapia más frecuente.
Se pueden tratar problemas de salud mental graves pero no solo. Uno de los mayores obstáculos para pedir ayuda es pensar “Yo no estoy loco, no necesito un psicólogo” cuando un psicólogo puede ayudar de muchas formas diferentes.
En terapia individual se pueden tratar desde trastornos de personalidad, depresión, ansiedad, fobias, adicciones a drogas y a cosas que no parecen drogas pero que pueden derivar en un problema de adicción como el juego o el teléfono móvil… y también diferentes situaciones de violencia, ya sea habiendo sido víctima o agresor. Y hay mucha gente que simplemente acude diciendo “No sé qué me ocurre pero estoy en una época en que me siento muy mal”. El psicólogo puede ayudar primero a aclarar qué está sucediendo y después decidir el mejor curso de acción.
Terapia de pareja
Se invita a acudir a las dos partes de la pareja. La mayoría de sesiones se realizan conjuntas con ambos salvo que haya motivos para combinarlas con sesiones individuales.
En terapia de pareja se pueden abordar dificultades de: Insatisfacción con la relación de pareja, dificultades en la convivencia, resolución de conflictos, Hitos en la relación (tales como pasar a vivir juntos, pensar en casarse, tener hijos, etc…), dificultades en la sexualidad (incluyendo eyaculación precoz, vaginismo, bajo deseo sexual, dificultades en la comunicación sexual…) y más.
También se abordan situaciones de separación y divorcio: la toma de decisión, superar la ruptura, rehacer la vida después de la separación, miedo a formar nuevas parejas…
Terapia familiar
Si en la terapia de pareja acuden las dos parte de una pareja, en la terapia familiar se invita a acudir a consulta a todos los miembros de la familia que quieran participar. La terapia familiar puede invitar a los padres, a los hijos, a otros miembros de la familia como abuelos y tíos… En las primeras sesiones se busca comprender cuál es la demanda de la familia y se identifican cuáles son las partes afectadas en el problema y quiénes están dispuestos a acudir para acordar quiénes vienen a consulta regularmente.
En este formato se pueden abordar problemas de convivencia y relación entre padres e hijos, problemas complejos como dificultades en el entorno familiar, desajustes por mudanzas y migraciones que desestabilizan el núcleo familiar…
Terapia infantil y adolescente
En estos casos suelen ser los papás/mamás los que traen a consulta a sus hijos por algún problema o sospecha que hayan detectado en casa. En este caso el primer paso es comprender bien la situación para identificar si es necesario trabajar con el niño o adolescente o si es más necesaria una intervención familiar. Las primeras sesiones sirven también para descartar si es un psicólogo u otro profesional el que debe atender al niño.
Hay que tener en cuenta que ambos progenitores (o aquellos que tengan la patria potestad sobre el menor) deben estar informados y de acuerdo con que acuda a terapia.
Se pueden abordar problemas de: Adaptación escolar (desde dificultades en el aprendizaje en clase, hasta dificultades de socialización, incluyendo situaciones de acoso escolar o bullying); dificultades en el ámbito familiar tales como comportamientos violentos en casa, desobediencia… También problemas de incontinencia tanto de pis como de heces, problemas alimenticios como anorexia, bullimia o atracones entre otros. También se pueden evaluar sospechas de Déficit de Atención con o sin Hiperactividad, o de otros problemas psicológicos (como ansiedad o depresión).